jueves, 24 de febrero de 2011

SOBRA LA GENTE II

MARI PAZ LÓPEZ SANTOS
No quiero ponerme reiterativa ('Sobra la gente' ECLESALIA, 31/01/11), pero tampoco puedo evitar que me siga saliendo, para compartir, un impulso interior a modo de rebelde denuncia: quieren hacernos creer que sobra la gente, lo escuchamos a todas horas en cualquier medio de comunicación sea de la ideología que sea. La crisis financiera da pie a explotar y exportar una consigna que se está convirtiendo en la música ambientad del día a día.

Por las conversaciones de unos y otros en los trabajos, en reuniones de amigos, los comentarios de los hijos, etc. observo que nos lo estamos creyendo y esa es la victoria real de los que, machaconamente, insisten en que sobra la gente.
Leyendo el evangelio del próximo domingo (Mt 6, 24-34) he visto la luz en este tema: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Ya entiendo porque dicen que sobra la gente. En el servicio activo y absoluto al “dios-dinero” no cabe nadie, por eso cada vez se controla por menos manos y hay excedente de gente.
Pero ¿cómo vamos a sobrar si somos herederos? ¿Herederos de qué? ¿Cuál es nuestra herencia? Somos herederos de un Reino que lleva implícita una consigna: la búsqueda de la justicia. No lo digo yo, son palabras textuales de Jesús en el evangelio: “Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia”.
En el Reino de Dios cabemos todos empezando por los “eternos sobrantes”, los que han sido despojados de todo, incluso de los medios para poder levantarse y seguir adelante; los que han perdido el empleo de muchos años y ya no tienen edad para encontrar otro; los que vinieron como emigrantes buscando encontrar una vida más digna; los jóvenes que tienen que aportar ilusión y creatividad a este mundo tan materialista. Cabe la belleza, la música, el deporte, la religión, la naturaleza… cabemos todos y todo. Pero hay que elegir bando: servir a Dios o al dinero.
Si los cristianos no nos sabemos herederos activos y efectivos en la lucha de la justicia por el Reino podríamos decir aquello de “el último que apague la luz”. Pero como la fuerza no viene de nosotros que la recibimos de Otro, no hay que perder la esperanza de que, como herederos, nos pongamos al servicio de la Herencia recibida.
No hay tiempo que perder, el trabajo es mucho y hay bastante gente desanimada creyendo que sobra.
Eclesalia.net

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