JOSE-MERCE LLOPIS ALCAYDE
A todos los hermanos, un saludo de gozo, paz y alegría. El Cristo ha resucitado y nos ha devuelto la alegría de la salvación. Ha restaurado y sanado nuestra vida con su sufrimiento, cruz y resurrección, manifestación extrema de un amor sin límites, con un único objetivo: hacernos capaces, con su amor, de compartir nuestra vida, como hermanos, sintiéndonos hijos de Dios, en comunión con Él, con los demás y con todo lo creado.Es éste el principio de nuestra resurrección, que, empezando en el tiempo presente, llegará a su plenitud en el misterio escondido de Dios. Es el acontecimiento más trascendental de nuestra vida, por sus consecuencias futuras y presentes. Cristo se ha encarnado, muerto y resucitado, para que cada uno de nosotros pueda vencer el demonio de la división, se reconcilie consigo mismo, viva la fraternidad de la comunión y, así, sane su espíritu, y, con Cristo, pueda vencer la muerte de sus propias máscaras, anticipo del triunfo final sobre la muerte última, que no le hará ningún mal.
La resurrección de Cristo nos ha hecho reconocernos como HIJOS DEL PADRE, y, al mirar a los otros, reconocerlos como nuestros hermanos, con los que compartimos un proyecto de vida, que culminará en la plenitud con Dios. La alegría de la pascua, del Cristo resucitado, es la alegría de la reconciliación. La novedad estriba en que todo empieza a ser amado; y el fruto del amor es la alegría. Es por ello que ésta, la alegría, no nos la puede quitar nada ni nadie, ni puede desaparecer de nuestra vida. Ella, la alegría, es fruto de un amor resucitado, que no puede verse condicionado por realidades humanas o ambientales. Las sublima y las resucita todas con su fuerza, vida y esperanza.
En la pascua, se redimensiona todo de nuevo, y aparece el color brillante del que se revisten todas las personas y la creación entera: el amor. El Cristo resucitado va llamando a cada una de las criaturas, como una nueva creación, y nos susurra al corazón, donde resuenan las mejores noticias: YA PUEDES AMAR. Abandona la enfermedad de la división, la perturbación de tu desesperanza, la ceguera del odio y el rencor; dejemos y destruyamos, con el Cristo resucitado, las barreras de nuestras lamentaciones, pesimismos, que, simplemente, manifiestan nuestro individualismo inútil y nuestro orgullo camuflado.
ES LA PASCUA, EL DÍA DE LA RESURRECCIÓN Y LA ESPERANZA. El momento en el que el Señor toca el corazón de cada uno de nosotros y, con voz sutil, insinuante y profunda, como un suave murmullo de viento de primavera, nos dice con verdadero cariño: DEJA DE MIRAR TUS PROPIAS DISTRACCIONES, Y ADMIRA, QUE ES PARA TI, EL HERMOSO PANORAMA DE TU VIDA, AMADA POR EL PADRE, REVELADA EN EL HIJO RESUCITADO, FORTALECIDA EN EL ESPÍRITU Y COMPARTIDA CON LOS HERMANOS.
¿No ves? Es el Cristo resucitado, que ilumina el camino de tus dudas y hace que te abandones en el “ahora de Dios…”
¿No ves? Es el Cristo resucitado, que te hace penetrar en “su tiempo”, que es eternidad, vinculado a su paciencia infinita. Éste, el tiempo de Dios, te hace salir del tiempo malsano del mundo, plagado siempre de urgencias y con síntomas inequívocos de prisas y velocidad.
¿No ves? Es el Cristo resucitado, que te mira a ti, como la mejor de las creaciones posibles y que, con suma delicadeza, te lo condiciona todo para que la puedas llevar a cabo. Ábrete a Dios y lo descubrirás.
¿No ves? Es el Cristo resucitado, que te ha instalado en el mejor de los mundos posibles, hic et nunc, y te ha hecho su embajador, para que concretes, hagas visible su presencia en las llagas y sufrimientos de tus hermanos.
¿No ves? Es el Cristo resucitado, el que quiere hacerte experimentar que el sufrimiento que ahora padeces, no tiene la última palabra. Él, el sufrimiento, es camino de triunfo, luz, liberación, madurez y amor.
¿No ves? Es el Cristo resucitado el que te hace ver y mirar a tu hermano con ojos de bondad; y, sólo y sencillamente, porque, de raíz y milagrosamente, ha sanado tu corazón. No busques más explicaciones. Todas serán tendenciosas e interesadas.
¿No ves? Es el Cristo resucitado el que te hace mirar en la dirección correcta en cada uno de nuestros fracasos. Duc in altum, y en la lejanía, en el horizonte, que se encuentra en tu propia intimidad, experimentarás el gozo de una respuesta, cuya pregunta, nunca te atreviste a formular.
¿no ves? Es el Cristo resucitado, el que ha vencido la muerte, el peor de los enemigos y nos ha colocado en el milagro de la vida, cuyas coordenadas son:
SENTIRNOS AMADOS SIN MEDIDA…
EN UN MISTERIO DE COMUNIÓN, AMAR, INCLUSO Y SOBRE TODO, LO QUE NO ES AMABLE…
Y, EN UNA LUCHA SIN FIN, EXPERIMENTAR QUE SÓLO MADURAMOS, EN LA MEDIDA EN QUE NOS ENTREGAMOS AL PROYECTO DIVINO…
Y la muerte, en todas sus vertientes y matizaciones, se destruirá para siempre.
Un punto final falta por añadir. Es el tuyo, el personal. Sin éste, el personal, todo lo que has leído hasta ahora es inútil. No tengas miedo de entrar en aquello que te preocupa, aún a sabiendas que es un fracaso que te ha producido una herida sangrante en tu corazón. Y, llegado a este momento, DÉJATE RESUCITAR. ¿No ves? El Cristo resucitado sanará tu espíritu y, en un milagro sin límites, sembrará de amor las heridas de tu corazón.
Buena Pascua a todos los hermanos del Racó.
PD. La fiesta del Racó este año, y sin que sirva de precedente, no se celebrará el domingo siguiente a la pascua. La celebraremos el día 8 de Mayo, dos domingos después de la pascua. Os esperaremos a todos. Un abrazo de la comunidad del Racó a las diversas comunidades raconianas dispersas por el mundo.