viernes, 20 de mayo de 2011

VITA CONSECRATA "Sobre la Vida Consagrada y su misión en la Iglesia en el mundo"

Una Palabra para la VIDA

NUEVA EVANGELIZACIÓN TAREAS A REALIZAR

JOSE-Merce Llopis Alcayde
Una pequeña reflexión sobre nuestra responsabilidad en la tarea de la nueva evangelización.
¿A qué llamaríamos la nueva evangelización?
---Vendría a ser como un nuevo y constante ardor, que nace de esa profunda experiencia personal con Cristo, que, siguiendo su lógico y normal desarrollo, se engrandece al hacerse comunitaria y se proyecta a las circunstancias del mundo de hoy. Todo un proceso de madurez en la fe.
 ---También resumimos esta nueva evangelización en el desarrollo de las tres f:
FIDELIDAD, que sería el cimiento de la evangelización. El ser fieles nos llevaría a la segunda f:
FELICIDAD, que es la característica de quien se sabe en las manos de Dios. Las dos juntas conducen a la
FECUNDIDAD. BONUM EST DIFUSSIVUM SUI. Quien se encuentra inmerso en esta dinámica de Dios, entrará en comunión y comunicación, características fundamentales de la nueva evangelización, con los que conviven con él y con el mundo de hoy.
 ---Destacamos con mucha intensidad el papel importantísimo de nuestras comunidades. Más aún, nuestras parroquias, nuestros párrocos y vicarios entre sí, las comunidades religiosas y todas las familias , deben ser  auténticas comunidades de encuentro y vivencia, que presentamos y ofrecemos al mundo de hoy. Y así, sentirnos enviados, desde la experiencia de nuestras comunidades, a ser vida para los pobres del mundo de hoy. No somos enviados desde la experiencia de una fe vivida personalmente sin comunidad.
 Desde ahí, desde nuestra experiencia de fe comunitaria, dejaremos de teorizar y el proceso de evangelización no será una enseñanza teórica, sino la fuente que riega con una nueva comunión y comunicación a todos los demás.
---Estos grupos comunitarios  son los que entran en diálogo con todos los problemas del mundo de hoy, como pueden ser:
RECHAZO Y ABANDONO DE LA FE...
AMBIENTE DE FACILILIDAD, COMODIDAD E INDIVIDUALISMO…
 INDIFERENCIA Y AUTOSUFICIENCIA, EXTROVERSIÓN Y MIEDO AL SILENCIO.
MATERIALISMO Y HEDONISMO…
INCONSTANCIA Y MIEDOS…

Características que no nos perjudicarán. Estamos avalados por una experiencia de vida en comunidad ,y esta  experiencia es siempre más fuerte que las dificultades con las que se encuentra. Más aún, las dificultades del mundo de hoy, serán el estímulo que aguijoneará el espíritu comunitario, para encontrar, desde ahí, la respuesta al mundo de hoy, y darnos cuenta de que éste es el campo en el que nos llama el Señor a trabajar, y es el mejor posible.
 Y estas mismas dificultades serán las que crearán la auténtica madurez de la comunidad y de cada uno de sus miembros.
Evangelizar desde la teoría crea cerebros, no familia, que es nuestra fe y el ambiente en el que se desarrolla. Es por ello que la nueva evangelización nos debe llevar a repensar nuestro estilo de vida, y puede que éste se vea dominado por las características de la sociedad y, entonces, sí que no tenemos nada que decir al mundo de hoy. Somos como ellos. Son propuestas de ambiente lo que necesita la sociedad; propuestas y orientaciones teóricas, gracias a Dios, tenemos en abundancia.

 También, desde este ámbito comunitario, descubriremos también los verdaderos tesoros del mundo de hoy , que los tiene, sin acusaciones innecesarias, ni lamentaciones evasivas. Nosotros somos parte integrante y esencial de ese mundo, que, a veces, no nos gusta, y, desde la comunidad, hemos de aprender a darle lo que, con actitudes a veces contradictorias, nos pide y nos exige:
 En su estrés, les demos el reposo de la plegaria...
 En su dificultad de convivencia y problemática del amor, les presentemos nuestro sentirnos amados y felices con Dios y con nuestros hermanos..
 A su afán de tener, el equilibrio y serenidad de nuestra pobreza, que nos conduce a una verdadera vivencia de nuestra vida en Dios, como tesoro y comunión...

 A su desmedido afán por encontrar la felicidad en diversiones y evasiones exageradas, presentarles el gozo de las cosas pequeñas en un ambiente de comunión y comunicación...
 A su individualismo y autosuficiencia, la maravilla que significa el descubrir que nuestra vida es relación Dios y con los demás, y que es ahí donde radica nuestra fuerza.
 A sus miedos, les podamos presentar, como vivencia fundamental, la seguridad que supone, incluso hasta humanamente, la presencia viva a nuestro lado, de Dios, los demás y los problemas y deseos del mundo de hoy.

 Al mundo de hoy, a las personas de esta sociedad, no les gusta su propio aspecto, e ingenua, afanosa  y absurdamente lo buscan en tantas realidades fuera de sí y lejos de las personas con las que conviven. Y somos nosotros los que les hemos de enseñar ese hermoso viaje a los entresijos de su propia alma y a la acogida de nuestros hermanos, donde Dios ha dejado todo lo que necesitamos y nos conviene.  Son el mejor regalo para nuestra vida.

 A su afán desmedido por buscar lo fácil y cómodo, presentarles esa otra fuerza que nace del interior, donde reposa el Señor, y se intensifica y engrandece en la mismas dificultades de la comunión.
 Y, de esta manera, todos, sacerdotes, religiosos y seglares, por contagio, comunitaria y formativamente, harán de sus comunidades y familias, lugares de encuentro con Dios, entre sí y con el mundo y sus problemas.

  Éste, el mundo, nos pide, desde su soledad, vivencia comunitaria y, con ella, formación seria y profunda. El protagonismo de nuestras comunidades viene exigido por la madurez y desarrollo de su propia vivencia de la fe. Todos tenemos nuestro lugar  y no puede ser sustituido por nadie. Lancémonos a realizarlo en el mundo de hoy y daremos así respuesta oportuna a todos sus deseos y, lo que es muy importante, encontraremos nuestra paz en el mundo de hoy.

Racó de St. Francesc 17 de mayo, fiesta de S- Pascual, franciscano

miércoles, 18 de mayo de 2011

NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?

Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios.
Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!
A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?
La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.
Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.
Eclesalia.net

miércoles, 11 de mayo de 2011

LA PUERTA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Jesús propone a un grupo de fariseos un relato metafórico en el que critica con dureza a los dirigentes religiosos de Israel. La escena está tomada de la vida pastoril. El rebaño está recogido dentro de un aprisco, rodeado por un vallado o un pequeño muro, mientras un guarda vigila el acceso. Jesús centra precisamente su atención sobre esa «puerta» que permite llegar hasta las ovejas.

Hay dos maneras de entrar en el redil. Todo depende de lo que uno pretenda hacer con el rebaño. Si alguien se acerca al redil y «no entra por la puerta», sino que salta «por otra parte», es evidente que no es el pastor. No viene a cuidar a su rebaño. Es «un extraño» que viene a «robar, matar y hacer daño».
La actuación del verdadero pastor es muy diferente. Cuando se acerca al redil, «entra por la puerta», va llamando a las ovejas por su nombre y ellas atienden su voz. Las saca fuera y, cuando las ha reunido a todas, se pone a la cabeza y va caminando delante de ellas hacia los pastos donde se podrán alimentar. Las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.
¿Qué secreto se encierra en esa "puerta" que legitima a los verdaderos pastores que pasan por ella y que desenmascara a los extraños que entran «por otra parte», no para cuidar del rebaño sino para hacerle daño? Los fariseos no entienden de qué les está hablando aquel Maestro.
Entonces Jesús les da la clave del relato: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas». Quienes entran por el camino abierto por Jesús y le siguen viviendo su evangelio, son verdaderos pastores: sabrán alimentar a la comunidad cristiana. Quienes entran en el redil dejando de lado a Jesús e ignorando su causa, son pastores extraños: harán daño al pueblo cristiano.
En no pocas Iglesias estamos sufriendo todos mucho: los pastores y el pueblo de Dios. Las relaciones entre la Jerarquía y el pueblo cristiano se viven con frecuencia de manera recelosa, crispada y conflictiva: hay obispos que se sienten rechazados; hay sectores cristianos que sienten marginados.
Sería demasiado fácil atribuirlo todo al autoritarismo abusivo de la Jerarquía o a la insumisión inaceptable de los fieles. La raíz es más profunda y compleja. Hemos creado una situación muy difícil. Hemos perdido la paz. Vamos a necesitar cada vez más a Jesús.
Hemos de hacer crecer entre nosotros el respeto mutuo y la comunicación, el diálogo y la búsqueda sincera de verdad evangélica. Necesitamos respirar cuanto antes un clima más amable en la Iglesia. No saldremos de esta crisis si no volvemos todos al espíritu de Jesús. El es "la Puerta".
Eclesalia.net

martes, 10 de mayo de 2011

LOS SECRETOS DEL RACÓ

JOSE-MERCE LLOPIS
La vida del Racó, después de veinticinco años de existencia, tiene secretos que son y han sido los caminos que el Señor ha escogido para conducirnos a su planes y proyectos sobre nuestra vida, y siempre se dan y se revelan en la fusión, simbiosis de evangelio y vida; y, en los entresijos de ambos, del evangelio y vida, el buen Dios aflora, desde su pequeñez y silencio, y se adentra en nuestras moradas profundas. Es el hermoso viaje de Dios a la cima de nuestra vida, del que nosotros sólo somos testigos y beneficiarios. Veamos:
 El primer secreto que el Señor nos ha hecho desvelar y experimentar ha sido éste: EN EL RACÓ NADA ES NI HA SIDO FÁCIL. Y, añado, gracias a Dios. La aparente dificultad,  la sensible soledad y el trabajo constante son y han sido la muestra exterior de un Dios que, lentamente y revelándose desde el silencio, ha fraguado nuestras vidas. Diríamos que Dios ha ido  revelándose a través de su aparente ocultamiento, y nosotros lo hemos descubierto y disfrutado en el lento caminar río arriba y en la cima de la montaña. Nunca ha querido hacer su morada en el valle de la facilidad.
 Ello nos ha obligado, y es el segundo secreto del Racó, a un MIRAR HACIA ADELANTE, con lo que descubrimos que todo lo que la Providencia nos presenta, incluso las personas, son medios para conseguir dicho fin. Grave error es, por tanto, detenernos en nuestros éxitos momentáneos, o en nuestros fracasos reales, o incluso en las amistades presentes. Todo eso, en la perspectiva divina, es siempre cambiante, relativo y circunstancial
 Mirar hacia adelante te hace perder el miedo a la soledad, propio de quien se queda en el camino, y te obliga a abandonarte en Quien te conduce, aunque no sepas el destino, que es la cima de la confianza en Dios; igualmente te hace relativizar todo aquello en lo que te desenvuelves: trabajo, aficiones, personas y amistades. Todo ello es eficaz, si te hablan de Dios y tienes la habilidad espiritual de convertirlas en instrumentos de su propia revelación.
 Es así como todo dejará en ti un poso y rescoldo de eficacia, al saber y aprender a relacionarte con todo lo que existe desde la libertad y la comunión, sin dominios ni apropiaciones absurdas. Estás descubriendo, en estos momentos, que nadie ni nada es imprescindible en tu vida; y, en cambio, todo y todos te son provechosos y te ayudan a cumplir y realizar la hermosa aventura de tu vida.
 Sólo Dios basta y Deus meus et omnia, y, en cambio, estás en medio de todo y de todos, sin exigencias que destruyen tales maravillas. Estás disfrutando del cielo de la madurez, que es el mar en el que reposa el amor y la paz.
 Hay todavía un tercer secreto que quiero comunicaros. Es el secreto DE LA PEQUEÑEZ Y HUMILDAD. Por medio de él descubres la volatilidad e ineficacia de los momentáneos éxitos humanos. Es que no dejan ni huella y se diluyen en el viento y desaparecen como el polvo. Y la más minúscula acción humana, hecha con verdadero olvido de uno mismo y con un corazón pequeño y humilde, es la que te abre a la verdadera dimensión de tu vida. Dios, que tiene un corazón de niño, siempre juega con quien saborea y disfruta de lo pequeño y lo humilde.
Tres secretos, por medio de los cuales Dios se ha hecho presente en nuestras vidas y que, en esta nuestra fiesta del Racó, los hemos querido compartir contigo. Disfruta de ellos, goza sin límites con ellos y Dios, en su juego divino, te sonreirá sin fin. Tus hermanos de la comunidad del Racó.
Festa del Racó 8 de Mayo 2011  

miércoles, 4 de mayo de 2011

RECORDAR MÁS A JESÚS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA
El relato de los discípulos de Emaús nos describe la experiencia vivida por dos seguidores de Jesús mientras caminan desde Jerusalén hacia la pequeña aldea de Emaús, a ocho kilómetros de distancia de la capital. El narrador lo hace con tal maestría que nos ayuda a reavivar también hoy nuestra fe en Cristo resucitado.
Dos discípulos de Jesús se alejan de Jerusalén abandonando el grupo de seguidores que se ha ido formando en torno a él. Muerto Jesús, el grupo se va deshaciendo. Sin él, no tiene sentido seguir reunidos. El sueño se ha desvanecido. Al morir Jesús, muere también la esperanza que había despertado en sus corazones. ¿No está sucediendo algo de esto en nuestras comunidades? ¿No estamos dejando morir la fe en Jesús?
Sin embargo, estos discípulos siguen hablando de Jesús. No lo pueden olvidar. Comentan lo sucedido. Tratan de buscarle algún sentido a lo que han vivido junto a él. «Mientras conversan, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos». Es el primer gesto del Resucitado. Los discípulos no son capaces de reconocerlo, pero Jesús ya está presente caminando junto a ellos, ¿No camina hoy Jesús veladamente junto a tantos creyentes que abandonan la Iglesia pero lo siguen recordando?
La intención del narrador es clara: Jesús se acerca cuando los discípulos lo recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio, donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y su proyecto. ¿No está Jesús tan ausente entre nosotros porque hablamos poco de él?
Jesús está interesado en conversar con ellos: «¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?» No se impone revelándoles su identidad. Les pide que sigan contando su experiencia. Conversando con él, irán descubriendo su ceguera. Se les abrirán los ojos cuando, guiados por su palabra, hagan un recorrido interior. Es así. Si en la Iglesia hablamos más de Jesús y conversamos más con él, nuestra fe revivirá.
Los discípulos le hablan de sus expectativas y decepciones; Jesús les ayuda a ahondar en la identidad del Mesías crucificado. El corazón de los discípulos comienza a arder; sienten necesidad de que aquel "desconocido" se quede con ellos. Al celebrar la cena eucarística, se les abren los ojos y lo reconocen: ¡Jesús está con ellos!
Los cristianos hemos de recordar más a Jesús: citar sus palabras, comentar su estilo de vida, ahondar en su proyecto. Hemos de abrir más los ojos de nuestra fe y descubrirlo lleno de vida en nuestras eucaristías. Nadie ha de estar más presente. Jesús camina junto a nosotros.
Eclesalia.net

EXPERIENCIA DEL PERDÓN

JOSE M. LlOPIS
Mirad, la experiencia del perdón está unida a la experiencia del amor y tiene como cima y cumbre de madurez el sufrimiento. Quien tiene una verdadera experiencia del amor, da la vida, para que no se malogre. Ama hasta el extremo. Contemplemos a Jesús. Toda la estructura de su vida está encuadrada en la experiencia del amor, cuyas coordenadas son:
GRATUIDAD...
COMPASIÓN Y MISERICORDIA...
SERVICIO... CONSTANCIA...
Es este mensaje el que hay que vivir y experimentar, en toda su extensión y profundidad, porque es el único que puede satisfacer los profundos deseos del corazón. Destaco vivir y experimentar en toda su crudeza y realismo; no en su comodidad y vulgar facilidad. Ésta le vendrá por otros derroteros.
 La vida de Jesús fue intensa, porque se dejó amar mucho; y fue incómoda, dura, novedosa, con aires de denuncia e interpelación,  comunicativa, generosa, sólo, porque estuvo conducida por la fuerza imparable del amor.
 Esto experimentado, como nos lo enseña Jesús, es la fuerza que es capaz de sublimar y superar todos los obstáculos que se puedan presentar. Sentirse amado y amar.
 A esta experiencia va íntimamente unida la experiencia del sufrimiento. Destaquemos la experiencia del sufrimiento. Es una verdadera experiencia de liberación. El viernes santo, en el relato de la pasión de S. Juan, aparece un Cristo en el que la experiencia de su amor, exaltado y resucitado, está incluso por encima de su sufrimiento.
 En S. Juan, cuando contemplamos al Cristo en la cruz, decimos: MIRAD CÓMO NOS AMA. No decimos: MIRAD CÓMO SUFRE. El sufrimiento es la sublimación, cumbre y triunfo del amor. Y es éste, el amor, el amor encarnado, quien vence y facilita, ahora sí, facilita el camino del sufrimiento. La otra alternativa es absurda y crea tristeza en el alma, que es la peor enfermedad que podemos tener en la vida.
El amor, por tanto, es la única arma eficaz que tenemos para restaurar nuestra vida, resituar cada una de nuestras situaciones, colocarnos, elegantemente, ante los hermanos, mirar con delicadeza y acogida nuestros propios sufrimientos y amar y entregarnos a este nuestro mundo, como el mejor de los mundo posibles, sin evasiones ni lamentaciones absurdas.
 Y colocarnos en el camino que no tengan las coordenadas del amor, nos conducirá a nuestra propia destrucción. Que la soportaremos sólo por obligación, compromiso externo o por otros intereses inconfesables o evidentes, que no satisfarán nunca nuestra sed de felicidad.
 Y en toda esta estructura de amor y sufrimiento ¿Dónde colocamos el perdón? ¿Tiene cabida en su misma esencia o es, más bien, un apéndice del amor?
 En nuestra realidad humana, el perdón pertenece a la misma esencia del amor. Yo quisiera ser capaz de expresaros todo lo que es la experiencia del perdón, cuando éste se enmarca en la madurez del amor.
 Miremos a Jesús. No nos lo podemos imaginar en la cruz con una actitud culpatoria, exigente, pidiendo responsabilidades, guardando en su interior todo lo que le estaba sucediendo.
 Toma la línea del amor: PERDÓNALOS, PADRE, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN. Es la experiencia del amor, llevada hasta el extremo. Es decir: dejar que fluya con claridad la corriente del amor, en medio de la adversidad. Realidad que se dará siempre, dada la estructura esencialmente negativa de la persona humana.
 Por ello, podemos decir con toda claridad que, en la vida de cada uno de nosotros, no evolucionará el amor ni llegará a una aceptable madurez, si no lo ha dejado acrisolarse en el hábito del perdón. Y, en ese momento preciso, es cuando la experiencia del perdón se convierte en la más dulce canción del amor. Perdonamos, porque amamos. Y en la dinámica del amor, es imposible no perdonar. Si esto no lo hacemos o nos cuesta en demasía, volvamos atrás y analicemos nuestro amor. Se encuentra débil y enfermo.
 Es una verdadera experiencia perdonar y lo es aún más intensa, SENTIRSE PERDONADO. Es fruto del sentirse amado y es como experimentar que todo el peso que tanto nos agobia, se diluye, sin esfuerzo nuestro, para abrir un camino de luz y de esperanza. Es la fuerza del amor divino, que, misteriosa y de una manera imparable, crea ámbitos de libertad, pobreza, suavidad, esperanza, compasión, amor, paz… en un corazón transido por el odio, el rencor o la venganza
 No olvidemos, estamos trazando el camino, para que siempre nosotros perdonemos a los demás. Intentaremos, en nuestra vida, que lo que nosotros hemos degustado y experimentado al ser perdonados, llegue, con la misma intensidad a todos los hermanos que nos puedan ofender. Quien no perdona, es porque no ha degustado la experiencia de ser perdonado         
   Dios manifiesta su paternidad en su misericordia y perdón. Paternidad-maternidad son sinónimos del amor. No existe relación con Dios, si no nos sentimos perdonados. Y no existe madurez de fraternidad, si no hemos pasado por la experiencia de sentirnos perdonados por nuestros hermanos y teniendo un corazón abierto al perdón a los demás.
El corazón duro e insensible al perdón suele ser siempre aquel que tiene un profundo desconocimiento de su propia realidad. No es sensible a las veces que ha necesitado ser perdonado. Su mirada está desenfocada, diluida y viciada.
 El camino nos lo traza con claridad Jesús. Setenta veces siete hemos de perdonar. En cuanto le encontremos una excepción al perdón, estaremos destruyendo el amor y privándonos nosotros de una de las experiencias más hermosas, que nuestro Padre Dios ha depositado en nuestro corazón.
 Racó de St Francesc