miércoles, 29 de septiembre de 2010

TESTIGO DE UN AMOR INMORTAL

JULIO ALONSO AMPUERO

Sin duda, uno de los sufrimientos mayores que una persona puede experimentar es que su amor no sea correspondido; más aún, que aquel a quien ha entregado su corazón, su persona entera, su vida... le traicione. El amor es lo más grande y lo más hermoso que posee una persona; por eso, no hay dolor semejante al de un amor traicionado. Esto sucede sobre todo en el ámbito matrimonial (la traición al amor conyugal), pero también se da respecto de un hermano, de un amigo, de los propios padres o de los hijos...

También esta dolorosa experiencia humana es iluminada por un personaje bíblico. Oseas vivió en Israel en el siglo VIII a.C. y su experiencia personal es asombrosa, de una hondura inigualable. Como en el caso de otros personajes bíblicos, no conocemos demasiados detalles de su vida, pero sí los suficientes para acercarnos a la densidad increíble de su personal vivencia. Oseas se enamoró de una prostituta. No sabemos si Gomer ya lo era desde el principio o bien se manifestó después. Lo cierto es que Oseas decide desposarla y convertirla en su mujer. Pero la historia no termina ahí. Porque después del matrimonio Gomer sigue prostituyéndose y comete repetidamente adulterio. La reacción que parecía más lógica es romper con ella. Cualquier persona «sensata» hubiera repudiado sin más a una mujer absolutamente incapaz de ser y fiel y que traiciona reiteradamente.

Sin embargo, Oseas no actúa así. El amor que ha prendido en su corazón es fuerte y violento y actúa queriendo a pesar de todo a esta mujer indigna y degradada. Eso no quiere decir que le dé igual la fidelidad o la infidelidad de ella. A Oseas le duele la traición en lo más hondo y le sangra el corazón. Pero no puede dejar de amar. Es este amor el que le lleva a repudiarla, el que hace que le retire todo sustento y todo regalo, el que le impulsa a castigarla, a cerrar sus caminos con espinas y a «hacerle la vida imposible». No es el despecho o la ira el motivo de tal conducta. No es el enfado o los deseos de venganza. No es tampoco el egoísmo de quien busca su interés aun a costa del otro. No. Es el amor. Lo que impulsa a Oseas a actuar así es un amor enérgico y apasionado, un amor que supera toda «lógica» para seguir la suya propia, la lógica del amor. Sí, porque «el amor es fuerte como la muerte», porque «las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos» (Ct 8,6-7).

Lo que impulsa a Oseas a actuar así es el bien de su esposa. Si le retira todo sustento y le hace pasarlo mal, es para que recapacite y comprenda y vuelva a su marido y se dé cuenta de que sólo con él le va a ir bien. Es el amor ardiente a Gomer lo que lleva a Oseas a intentar regenerarla, a hacerla fiel, a devolverle su dignidad. Porque no ha dejado de amarla, anhela seducirla y reconquistarla. Cuando ella lo está pasando mal vuelve con inmensa ternura a hablarle al corazón. Oseas es testigo de un amor traicionado, de un amor fiel que ama a pesar de todo, un amor que es capaz de inclinarse sobre la amada indigna para levantarla y dignificarla, un amor firme que vence el mal con el bien. Un amor así, parece increíble, y sin embargo es posible.

Pero hay más. La grandeza sobrehumana de este amor le ha llevado a Oseas a entender el amor de Dios. Comprobando cómo él –limitado y egoísta– era capaz de amar, ha descubierto el inmenso amor de Dios. Ha comprendido que Dios ama así: no por las cualidades, los méritos o las respuesta de la persona amada, sino porque Él es amor, y no puede dejar de amar a pesar de las traiciones e infidelidades. Dios ama a un pueblo que se ha prostituido intentando conciliar el amor a Él con otros amores espúreos, que adultera sin cesar al entregar a otras personas, tareas o cosas la parte de su corazón y de su vida que sólo a Dios pertenece. Así es Dios. No se cansa de amar a pesar de las negativas, a pesar de que sus dones son continuamente malgastados –incluso para apartarse de Él– y su amor incesantemente despreciado y pisoteado. Así ama Dios. Con un amor tan inmenso que es capaz de regenerar a la prostituta y de perdonar a la adúltera. Con un amor que a pesar de las traiciones sigue derramando ternura, que a pesar de las infidelidades sigue siendo capaz de hablar al corazón, y a pesar de los rechazos anhelando seducir a la amada para hacerla feliz.

De este modo, la dolorosa experiencia de Oseas se ha convertido en revelación de Dios. Su matrimonio ha quedado como signo y paradigma del amor infinito de un Dios que ama de manera increíble, superando toda lógica racional. El amor testimoniado por Oseas permanecerá hasta el fin de los tiempos como reflejo de ese amor divino que es más fuerte que el pecado. Y este amor divino, infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rom 5,5), nos enseña y capacita para vivir y amar así. Enseña y capacita a los esposos para amar de esta manera, para perdonar y renovar cada día su amor. Enseña y capacita a todo aquel –hermano, amigo, vecino...– cuyo amor ha sido traicionado, para vencer el mal con el bien y el odio con amor. Enseña y capacita a todo discípulo de Cristo para vivir la lógica de la novedad de este amor traído al mundo como fruto de su pasión.

(Texto bíblico: Oseas 1-2)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

UNA PARÁBOLA PARA NUESTROS DÍAS

JOSE ANTONIO PAGOLA

En ninguna otra parábola ha querido Jesús hacernos penetrar tan profundamente en el misterio de Dios y en el misterio de la condición humana. Ninguna otra es tan actual para nosotros como ésta del "Padre bueno".
El hijo menor dice a su padre: «dame la parte que me toca de la herencia». Al reclamarla, está pidiendo de alguna manera la muerte de su padre. Quiere ser libre, romper ataduras. No será feliz hasta que su padre desaparezca. El padre accede a su deseo sin decir palabra: el hijo ha de elegir libremente su camino.¿No es ésta la situación actual? Muchos quieren hoy verse libres de Dios, ser felices sin la presencia de un Padre eterno en su horizonte. Dios ha de desaparecer de la sociedad y de las conciencias. Y, lo mismo que en la parábola, el Padre guarda silencio. Dios no coacciona a nadie.

El hijo se marcha a «un país lejano». Necesita vivir en otro país, lejos de su padre y de su familia. El padre lo ve partir, pero no lo abandona; su corazón de padre lo acompaña; cada mañana lo estará esperando. La sociedad moderna se aleja más y más de Dios, de su autoridad, de su recuerdo... ¿No está Dios acompañándonos mientras lo vamos perdiendo de vista?Pronto se instala el hijo en una «vida desordenada». El término original no sugiere sólo un desorden moral sino una existencia insana, desquiciada, caótica. Al poco tiempo, su aventura empieza a convertirse en drama. Sobreviene un «hambre terrible» y sólo sobrevive cuidando cerdos como esclavo de un extraño. Sus palabras revelan su tragedia: «Yo aquí me muero de hambre».

El vacío interior y el hambre de amor pueden ser los primeros signos de nuestra lejanía de Dios. No es fácil el camino de la libertad. ¿Qué nos falta? ¿Qué podría llenar nuestro corazón? Lo tenemos casi todo, ¿por qué sentimos tanta hambre?El joven «entró dentro de sí mismo» y, ahondando en su propio vacío, recordó el rostro de su padre asociado a la abundancia de pan: en casa de mi padre «tienen pan» y aquí «yo me muero de hambre». En su interior se despierta el deseo de una libertad nueva junto a su padre. Reconoce su error y toma una decisión: «Me pondré en camino y volveré a mi padre».

¿Nos pondremos en camino hacia Dios nuestro Padre? Muchos lo harían si conocieran a ese Dios que, según la parábola de Jesús, «sale corriendo al encuentro de su hijo, se le echa al cuello y se pone a besarlo efusivamente». Esos abrazos y besos hablan de su amor mejor que todos los libros de teología. Junto a él podríamos encontrar una libertad más digna y dichosa.

Eclesalia.net

lunes, 6 de septiembre de 2010

POQUITO A POCO

VIVIR POR DENTRO. Habilidades para lidiar con uno mismo

MARIOLA LOPEZ VILLANUEVA, rscj

En estos tiempos no podríamos vivir sin la música. Creo que lo que más nos atrae de las canciones es poder reconocernos en ellas y sintonizar. Dan cuenta, como pequeñas historias, de aquello que nos ocurre cada día: enamorarnos, tener sueños, romper una relación, volver a empezar cuando tocamos fondo…No sé si conoces esa canción de Chambao, “Pokito a poko”, que dice:

ANDABA PERDÍA DE CAMINO PA LA CASACAVILANDO EN LO QUE SOY Y EN LO QUE SIENTO, POQUITO A POCO ENTENDIENDO QUE NO VALE LA PENA ANDAR POR ANDAR, QUE ES MEJOR CAMINAR PA IR CRECIENDO (…)
MIRARME DENTRO Y COMPRENDER…

¿Quién no ha andado un poco perdido en el camino? Cuando se inicia el viaje de la vida aún no sabemos bien qué equipajes tomar, el lugar de llegada aparece lleno de incertidumbres y se nos presentan muchas hojas de ruta alternativas. Lo que sí es seguro es que queremos hacer ese viaje con otros y que los amigos son lo más importante que tenemos.

Buscar nuestra identidad y conectar con el mundo de nuestros sentimientos es una parte principal de ese viaje: “cavilando en lo que soy y lo que siento”. Y es verdad que “no vale la pena andar por andar”, aunque en algún momento de nuestra vida hayamos hechos recorridos perdidos, “que es mejor caminar pa ir creciendo” y que puedan desplegarse en nosotros todas las posibilidades latentes. Este crecimiento tiene un movimiento hacia afuera y tiene, también, un movimiento hacia el interior que es el que llena de belleza, de libertad y de sentido todo lo demás: “mirarme dentro y comprender…” Nos perderíamos mucho de nosotros mismos y de los otros sin esa mirada hacia dentro.

Nuestro GPS nos indica dos condiciones indispensables si queremos adentrarnos en ese espacio por descubrir de nuestra interioridad: Buscarnos un acompañante, una persona con la que podemos nombrar y expresar lo que vamos sintiendo, como un guía experimentado que nos pueda dar indicadores para el camino…y pararnos para conectar con nosotros mismos. Darnos un espacio y un tiempo concreto a la semana, ojalá que cada día, para pasar lo que vivimos y deseamos por ese lugar escondido del corazón, y exponernos allí a esa Presencia amorosa que silenciosamente nos aguarda. Para disfrutar y atravesar intensamente cada uno de los momentos y paisajes del viaje necesitamos recorrerlos desde dentro, allí se ven los rostros y los acontecimientos con otra luz y a otro ritmo. Sabiendo que es “pokito a poko”, porque las cosas que de verdad importan necesitan su tiempo y su maduración.

VOLVERÉ PA CONTARTE QUE HE SOÑADO COLORES NUEVOS Y DÍAS CLAROS. (Chambao)

sábado, 4 de septiembre de 2010

CIEN AÑOS DE TERNURA

KOLDO ALDAI, 
ARTAZA (NAVARRA).

Había que conocer Calcuta, atravesar su infierno en la tierra. Nadie es el mismo tras paseo por esa realidad tan cruda. Tarde o temprano, toca integrar la noción de un dolor tan desparramado por el mundo. A cada quien nos aguarda nuestra Calcuta, más o menos sórdida, su tremendo interrogante al echar la última mirada hacia atrás y decirle adiós, noqueados, despistados. En el itinerario personal es recomendable incluir esos claxones que rasgan los tímpanos, esas jóvenes madres que mendigan en cada esquina, esos tullidos sin piernas que avanzan veloces tras el turista, esa ciudad que concita tanta luz y tanta sombra y que ya no olvidaremos jamás…


A veces el viaje es una forma de descubrir vivos ejemplos que, en medio de esas extremas y lacerantes Calcutas, lo dan todo y en esa darse por entero entreven genuina felicidad. En esta ocasión viajar fue también sólo una excusa para encontrar a esos seres de desbordante entrega, para rendirse junto a ellas, para hincar las rodillas a su vera en la otra punta del mundo. Despertaba el día en la enorme casa gris, en el baluarte de la entrega desde el que la Madre de los pobres iniciara su apostolado de amor en Kolkata (Calcuta en bengalí). Era la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad en Bose Road, era la misa de las 6 de la mañana en un día corriente en los comienzos de este año. Sobrecogidos, agradecíamos la oportunidad de estar en tan sagrado lugar, en el corazón de tan virtuosa casa, de tan heroico movimiento, que tanto amor ha irradiado por todo el planeta. Agradecíamos la ocasión de compartir oración con esos ángeles de humilde “shari” blanco que pusieron morada en medio de los infiernos.

Renuncia total al mundo y consagración plena a los últimos de la tierra es lo que se respira entre las paredes desnudas de ese lugar santo. En la gran sala oratorio, se sitúan a un lado las hermanas, al otro los voluntarios. No hay más mobiliario que unas esteras en el suelo. Sobre ellas nos arrodillamos dichosos. Todas las ventanas permanecen abiertas, pues esa suerte de tan digna y voluntaria pobreza no sabe de aires acondicionados. El ruido de la calle a veces apaga incluso la voz del oficiante, pero el estruendo del tráfico, por enorme que sea ya desde primera hora, no puede devorar el santuario de paz, devoción y entrega allí creado. En medio de ese recogimiento matutino, de ese lugar santo entre los santos, vamos recuperando la fe que ha ido mermando cada paso entre tantas calles que acumulan tanta miseria. Cuando tanto horror puede hacerte llegar a pensar que todo está perdido; cuando la mirada a poco se torna neutra, insensible; cuando la esperanza estaba a punto de apagarse, alcanzamos tan austero como inolvidable altar. Cuando rebelde empezaba a aporrear las puertas del Cielo, llegaron a estos oídos esos sublimes cantos. En el lado de las hermanas todo es el blanco de las postulantas y el blanco con las conocidas franjas azules de las ya consagradas y con votos. La mayoría de ellas orientales, pero sorprende ver también muchas occidentales. En el lado de los voluntarios todo es colorido, razas, culturas y lenguas diferentes. Sólo estas mujeres y su elevado testimonio son capaces de hacer caminar hasta la sagrada forma de la comunión a “rastas” y demás tribus variopintas de todo el mundo.

Los cantos de esas mujeres piadosas llenan toda la atmósfera. Sus gargantas celestiales, sus melodías divinas, su corazón puro, son su infinita fortaleza. Nada, ni nadie puede atacarlas. Después de la misa vendría un sencillo desayuno de “chaid” bien dulce y pan para todos los voluntarios y voluntarias. Tras el refrigerio en otra sala contigua a la calle, tiene lugar la repartición de las tareas del día. Se abre la persiana de metal y salen hermanas y voluntarios a prodigar amor por esas calles de inframundos. Se sumergen en la ciudad gris las mujeres de bendito blanco. En realidad uno hubiera querido que esa persiana no se abriera nunca, que el mundo y todos sus sufrimientos aguardaran allí fuera. Uno hubiera querido esconderse y permanecer entre esos muros impregnándose de todo lo que le falta. El egoísmo busca refugio y distancia con respecto a esa ciudad inmensamente pobre. Semeja sólo una persiana, pero en realidad es un abismo...

Retrasamos todo lo que podemos el abismo. Nos recogemos unos momentos en la tumba de Madre Teresa. Junto a ese mármol liso, sencillo, austero, pedimos por esas mujeres, para que Dios las llene de fuerza, y si aún les cabe, de más amor, para proseguir su valiente y extraordinaria misión. ¡Que quienes todo lo dan, sigan siendo inundadas de fe y de coraje, que pueden seguir siendo exponente de compasión infinita! Merecía la pena todo el precio de sinsabores y ruidos para llegar hasta poner la frente en ese mármol frío. Un excepcional amor, que después revestiría humilde shari blanco, tomó cuerpo hace cien años. ¡Qué podamos aprender la lección de caminar nosotros y nosotras también sobre la tierra sufriente, con los pies descalzos, con sus plantas negras, si es preciso!

Vino hace 100 años al mundo quien inspiró tanto y tan comprometido silencio, quien hizo arremangarse a tantas mujeres (también hombres) de todo el mundo para tan suprema labor, quien inició esos cantos en medio del más atronador ruido, quien creó la orden y mojó las primeras frentes, quien cargó sobre sus hombros los primeros desvalidos… Hay ejemplos excelsos que es preciso aventar. No he visto galones comparables a las tres rayas azules sobre el blanco, al crucifijo en el hombro que ellas llevan, con ejemplarizante humildad. Poco nos importa el itinerario de la Madre Teresa a los altares de brillante oro, tiene ya encendidas todas las velas en altares de más adentro. Poco nos interesan las polémicas sobre su ideología “conservadora” en ciertos aspectos, la caricia no tiene color, ni ideología y ellas las prodigan a cada enfermo, necesitado y desvalido.

Las hermanas sugieren no escribir sobre ellas, no dar propaganda a su labor abnegada, pero es que ahora hace cien años que tanto amor tomó carne. ¿Para qué la palabra, sino para dar a conocer heroísmos diarios, sino para revelar esta apasionante historia que dio comienzo hace ahora cien agostos? ¿Cuándo, si no es ahora? En el ocaso del verano será preciso interrogarse por la esencia de esa primavera que nunca marchita, de ese servicio que nunca se rinde, de esa fe que jamás desfallece. No podía ser de otra manera. A los cien años de su primer aliento en Skopje (Macedonia), siquiera una fugaz mención de la santa de Calcuta que nunca muere, cien años de ternura y una breve loa a tan colosal ejemplo.

ECLESALIA.NET

SORPRENDIDO POR LA ALEGRIA

JULIO ALONSO AMPUERO

Lo había conseguido con mucho esfuerzo y no pocos sacrificios. Tenía fama y dinero. Había amasado una importante fortuna y era rico. Poco importaba que eso hubiera ocurrido a costa de los demás. Robar cobrando impuestos era legal. Los romanos lo permitían y él conocía bien las reglas del juego. Después de todo, había tenido que pagar su tributo de impopularidad, pues los judíos odiaban a los recaudadores de impuestos.En efecto, los publicanos eran considerados pecadores públicos. Estaban al servicio del poder romano, pagano y explotador a la vez. Y ellos mismos aprovechaban para explotar a su propio pueblo, incluidos los pobres. Por eso eran totalmente impopulares y odiados de corazón.

Pero la vida es la vida. Al fin y al cabo, algún precio había que pagar para triunfar. Además, había valido la pena, pues había llegado a ser jefe de publicanos. Claro que tampoco entre sus colegas era estimado, pues la envidia y la avaricia corroían las relaciones entre ellos. Sin embargo, era jefe y era rico: ¿qué más podía pedir? Cierto que su corazón no estaba satisfecho, pero tampoco la vida podía dar más de sí. Un día Jesús visitó Jericó, su ciudad. Tal vez Zaqueo había oído hablar de ese galileo que decía cosas novedosas y realizaba curaciones llamativas. Fue sólo la curiosidad lo que le movió a salir a la calle y a mezclarse entre el gentío para ver quién era ese hombre, qué hacía cuando se acercaba a un enfermo, cómo hablaba... Quizá ese poso de insatisfacción que llevaba en su corazón le impulsaba a buscar, sin saber en realidad qué.

Sin embargo, ese día le aguardaba una sorpresa totalmente inesperada. El galileo fija su mirada en él y le pide que le aloje en su casa. El corazón le dio un vuelco. Bajó inmediatamente y le recibió en su casa (Lc 19,1-10) Pero la sorpresa fue mayor al comprobar que la alegría inundaba su corazón. Jamás había experimentado semejante gozo. Ni cuando llenaba sus arcas, ni cuando fue ascendido a jefe de publicanos... No, nada era comparable a esta alegría intensa que ahora le colmaba. Era un gozo de una calidad nueva que penetraba por todos los poros de su ser y le saciaba. Sí, realmente le saciaba. Jamás había creído que fuera posible tal grado de felicidad en este mundo...

Era un amor inmenso e incondicional lo que le producía esta alegría. Él, tan habituado a ser despreciado por unos, adulado interesadamente por otros, envidiado por los más, ahora se sentía amado y querido por sí mismo. Él, precisamente él. Sí, porque «el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». La alegría era tal que ni se percataba de los comentarios y murmuraciones de la gente: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Era tan intenso su gozo que sin saber cómo ni por qué sus riquezas habían empezado a parecerle basura despreciable. ¡Qué pena haber puesto en esa miseria tan deleznable su corazón! ¡Qué pena haber gastado su vida para acumular montañas de basura! Cuando un día escuche de labios de Jesús la parábola del tesoro escondido (Mt 13,44), reconocerá en ella su propia experiencia. En verdad, ha encontrado el auténtico tesoro, y lleno de alegría es capaz de vender todo. Pues es este gozo nuevo y sorprendente el que le lleva a decir a Jesús: «Mira, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

En realidad, todo ha sido muy sencillo. Ha bastado recibir a Jesús. Él era el verdadero tesoro. Él era el portador de la alegría que siempre había anhelado pero que le parecía imposible alcanzar en esta vida. Bastaba con recibir a Jesús; lo demás se le dio por añadidura. También las renuncias fueron motivadas por ese gozo. Y no le costaron. Pues había encontrado el tesoro. Sin embargo, tuvo que bajarse de la higuera. Esta simboliza las riquezas que había ido amasando y en las que se había encumbrado en busca de seguridad, de prestigio, de dicha. Pero él seguía siendo pequeño... Jesús le mandó bajar y le puso en la verdad.

De no haber obedecido le habría ocurrido como a otro que también era rico; al oír la invitación de Jesús, prefirió no hacerle caso y marchó «muy triste» (Lc 18,23)...

(Texto bíblico: Lc 19,1-10)

jueves, 2 de septiembre de 2010

JESUS Aproximación Histórica

La investigación en torno a la figura histórica de Jesús ha hecho posible la publicación de importantes y apasionantes estudios durante estos últimos años. Arrancando de la investigación más reciente y sólida, este libro nos acerca a la persona de Jesús combinando el rigor histórico con una presentación clara y asequible. El autor se esfuerza por «captar» el impacto que Jesús provocó en sus contemporáneos y lo cuenta con palabras sencillas a los hombres y mujeres de hoy. ¿Quién fue Jesús? ¿Cómo entendió su vida? ¿Qué alternativa quiso introducir con su actuación? ¿Dónde está la fuerza de su persona y la originalidad de su mensaje? ¿Por qué se le ejecutó? ¿Cómo terminó su aventura? El libro responde a estas preguntas presentando de manera apasionante a Jesús como buscador de Dios, profeta itinerante de su reino, poeta de la misericordia, curador de la vida, defensor de los últimos, amigo de la mujer, maestro de una vida diferente, creador de un movimiento renovador, ejecutado por las autoridades del templo y el representante del imperio romano, pero reafirmado y resucitado por Dios. Aportaciones de mayor interés: Ofrece un relato vivo y concreto de la actuación y del mensaje de Jesús. Informa en cada tema del estado actual de la investigación. Sitúa a Jesús en su contexto social, económico, político y religioso desde los datos más recientes. Aporta una repuesta científica a los libros de ciencia-ficción sobre Jesús. Sugiere algunas conclusiones básicas para creyentes.

Juan 3, 8

"El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquél que es nacido del Espíritu."

Comunicado de José Antonio Pagola07-Enero-2008 -

En los primeros días de este nuevo año de 2008, han aparecido publicados en la página web de la diócesis de Tarazona diversos escritos contra mi libro «Jesús. Aproximación histórica» y contra mi persona. Son cinco firmas diferentes, pero repiten al unísono la misma condena utilizando incluso las mismas frases y expresiones. Como es natural, son muchos los que me preguntan cómo estoy, cómo lo estoy viviendo y qué esta sucediendo. A todos los que, en estos momentos, se interesan por mí y sufren conmigo les quiero decir una palabra de aliento.

1. Lo primero que quiero expresaros es que, en el fondo, todo esto me está haciendo bien. Me purifica, me obliga a agarrarme a Jesús y me está llevando a identificarme un poco más con él. Si acierto a vivirlo desde Jesús, esto puede ser una gracia grande para mí, la gran oportunidad de entregarme totalmente a él y seguirle fielmente hasta donde sea necesario.

2. Estoy tratando de vivir todo este proceso desde dentro. Pocas veces había orado con tanta verdad ciertos salmos. Pocas veces había celebrado la eucaristía tan identificado con ese Jesús «entregado» por los demás. Estoy repitiendo mucho el salmo 86: en estos momentos me parece escrito especialmente para mí. Durante el día, repito esas invocaciones breves que aparecen en los evangelios y que me ayudan a vivir unido a Jesús. «Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero». «Te seguiré adonde vayas». «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». «Padre, si es posible, pase de mí este caliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»… En fin, hago lo que puedo. En Jesús encuentro fuerza y paz. ¿Qué importa que me consideren hereje y arriano? Sólo Dios, ese Dios encarnado en Jesús, conoce lo que hay en mi corazón.

3. Algo que estoy trabajando mucho dentro de mí estos días son los sentimientos hacia quienes me condenan. Estoy escuchando desde dentro las palabras de Jesús a sus seguidores: «No juzguéis a nadie… No condenéis a nadie. Perdonad». Conozco bien los sentimientos de Jesús. Por eso rezo por los que me rechazan. Lo hago con nombres y apellidos. Pienso de verdad que, en el fondo, no saben lo que están haciendo. No quiero dejar entrar en mi corazón reacciones, sospechas, prejuicios o sentimientos que nunca saldrían del corazón de Jesús. Le pido a él que me ayude a poner un poco de luz, de cordura humana y de sensatez evangélica en este tipo de conflictos que, en buena parte, brotan a causa de la profunda crisis que estamos sufriendo todos, sin saber exactamente cómo caminar hacia un futuro más fiel al Evangelio.

4. Quiero vivir todo esto desde una actitud de conversión a Dios. Con ser muy importante, creo que nuestro problema principal no es la precisión teológica en la formulación de la doctrina de la Iglesia. Lo primero es despertar y potenciar nuestra conversión a Dios, siguiendo de cerca los pasos, las actitudes y el espíritu de ese querido Jesús en el que se ha encarnado y revelado. Creo que, alimentando entre nosotros la mutua descalificación y condena, no estamos caminando hacia la conversión que necesitamos en la Iglesia.

5. Naturalmente, estoy sufriendo. Es normal. Sufro, sobre todo, al ver sufrir a las hermanas con las que vivo, a mis seres queridos, a mis amigas y amigos. A veces, no sé que decirles, ni cómo explicarles lo que está sucediendo. A algunos los veo desconcertados y apenados. Se me parte el alma. Pienso también en lo que pueden sufrir pronto el obispo de Tarazona y quienes me condenan, al menos si leen y escuchan lo que se está diciendo contra ellos. ¿Es necesario este tipo de sufrimiento? ¿Es el sufrimiento exigido por nuestra conversión a Jesús? No lo sé. Yo lo quiero vivir tratando de humanizarlo y orientarlo hacia la búsqueda de una Iglesia más fiel al evangelio.

6. Sufro al vivir en estos momentos una experiencia extraña que nunca antes había conocido. Siento que algunos sectores de la Iglesia quieren acallar mi voz y apagarla. Según ellos, hace daño a la Iglesia. Quiero escucharlos sinceramente para ver si me ayudan a ajustar mejor mi mensaje al espíritu del evangelio de Jesús. Por ahora, todo esto no me desalienta sino que me estimula. Jesús me está llevando a amar cada vez más a la Iglesia. Por eso, no me contento con una Iglesia cualquiera. La quiero ver cada día más fiel a Jesús, más llena de su Espíritu. Por eso, seguiré empeñado en esta tarea, escuchando a quienes me ayuden a vivir de manera más evangélica y aportando, por mi parte, mi pequeño «grano de mostaza». Por fin, Jesús me está dando fuerzas para amar más a la Iglesia que a mi propia tranquilidad, mi imagen o mi prestigio personal.

7. Mientras tanto, estos días voy preparando mi espíritu para responder a tanto ataque y condena. Quiero encontrar el tono evangélico adecuado y palabras buenas, claras, constructivas y esperanzadoras. Lo importante para mí no es defender mi libro. Es fruto muy querido de muchos años de reflexión y meditación, pero no deja de ser una aportación modesta dentro de la ingente tarea de conversión que le espera a la Iglesia en los próximos años, si quiere sobrevivir entre nosotros. Lo que busco es que no seamos los teólogos ni los obispos los que cerremos a la gente sencilla las puertas para encontrarse con Jesucristo, el único que puede salvar a nuestra Iglesia. Me esforzaré por mostrar mi verdad humana, cristiana y teológica con mi vida, más que con mis escritos.

José Antonio Pagola
Fiesta de la Epifanía del Señor

MAS FUEGO MAS VIENTO

Autora: Susanna Tamaro
Editorial: Seix BarralAño publicación: 2002
Temas: Literatura : Narrativa

A través de un año de correspondencia con una joven amiga imaginaria de poco más de veinte años, Susanna Tamaro va desentrañando todas esas etapas de la experiencia personal y espiritual, las elecciones más personales y la vivencias cotidianas, ligadas al mundo de todos, en el que hay que buscar lugar para la fuerza vital y la esperanza. Con una voz clara y limpia, Tamaro nos toma de la mano y avanza con coraje e intensidad por el sendero íntimo que recorre quien busca un sentido mejor para la propia experiencia.
La autora de Donde el corazón te lleve nos muestra su faceta más espiritual.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

AHORA O NUNCA

SINOPSIS

Año de producción: 2007
Género: Comedia, Drama

Es ésta una de esas películas que se interrogan acerca de cuáles son las cosas importantes de la vida, capaces de dar la felicidad; y que invita a dar los pasos necesarios para conseguirlas. En efecto, se distinguen los caprichos e ilusiones que están bien, pero no son para tanto (la caída libre, conducir un par de cochazos...), con la contemplación de la belleza del mundo, y así, de modo ascendente, llegar al amor de las personas, o a la consideración de lo que nos aguarda después de la muerte.

Carter y Edward tienen una sola cosa en común: a ambos les han diagnosticado un cáncer con muy mala pinta, que les lleva a compartir habitación en un hospital. Por lo demás, no pueden ser más diferentes. Carter es negro; su gran ilusión era ser profesor, pero circunstancias de la vida le llevaron a convertirse en modesto mecánico de un taller de automoción; tiene una familia estupenda, una mujer, tres hijos y un buen puñado de nietos, que le quieren de verdad. Mientras, el blanco y rico Edward tiene todo lo que el dinero puede comprar, y es un empresario de raza, además de propietario del hospital del que se ha convertido en involuntario paciente; en cambio en su vida personal arrastra tres divorcios y en la actualidad está solo; sólo se entiende con su eficaz secretario, lo más parecido que tiene a un amigo. Aunque al principio no congenian demasiado, la obligada convivencia y la enfermedad conduce a que Carter y Edward estrechen lazos. Y cuando el segundo descubre en un papel arrugado una lista de cosas que el otro querría hacer antes de morir, decide compartir esa lista y añadir otras metas propias. Lo que les lleva a iniciar juntos un viaje alrededor del mundo, y sobre todo al interior de sí mismos.

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LA DUDA

SINOPSIS

Año de producción: 2008

Años 60. Una escuela en el Bronx neoyorquino. La regentan unas religiosas dirigidas por la hermana Aloysius, una mujer severa, a la que temen todos los chicos, e incluso sus monjas, a los que trata de encauzar por la ortodoxia más rigurosa. La hermana James sabe que ella es joven y algo inexperta, pero no puede por menos de desaprobar tanto rigor, y ella querría estar más cerca de los alumnos. Por ello simpatiza con el capellán del colegio, el padre Flynn, que sabe congeniar con los muchachos, y ofrece homilías diferentes, que dan que pensar. En cambio, la hermana Aloysius desaprueba esa tendencia a contemporizar de Flynn, lo que la predispone a sospechar lo peor del sacerdote, cuando una serie de extraños indicios apuntan a que podría haber abusado de Donald, un chico negro que no acaba de adaptarse.

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REALISMO RESPONSABLE

23 Tiempo ordinario (C) Lucas 14, 25-33

Los ejemplos que emplea Jesús son muy diferentes, pero su enseñanza es la misma: el que emprende un proyecto importante de manera temeraria, sin examinar antes si tiene medios y fuerzas para lograr lo que pretende, corre el riesgo de terminar fracasando.
Ningún labrador se pone a construir una torre para proteger sus viñas, sin tomarse antes un tiempo para calcular si podrá concluirla con éxito, no sea que la obra quede inacabada, provocando las burlas de los vecinos. Ningún rey se decide a entrar en combate con un adversario poderoso, sin antes analizar si aquella batalla puede terminar en victoria o será un suicidio.
A primera vista, puede parecer que Jesús está invitando a un comportamiento prudente y precavido, muy alejado de la audacia con que habla de ordinario a los suyos. Nada más lejos de la realidad. La misión que quiere encomendar a los suyos es tan importante que nadie ha de comprometerse en ella de forma inconsciente, temeraria o presuntuosa.
Su advertencia cobra gran actualidad en estos momentos críticos y decisivos para el futuro de nuestra fe. Jesús llama, antes que nada, a la reflexión madura: los dos protagonistas de las parábolas «se sientan» a reflexionar. Sería una grave irresponsabilidad vivir hoy como discípulos de Jesús, que no saben lo que quieren, ni a dónde pretenden llegar, ni con qué medios han de trabajar
¿Cuándo nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos el camino que hemos de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?
Jesús llama también al realismo. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes. ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos de hoy con estrategias de ayer?
Sería una temeridad en estos momentos actuar de manera inconsciente y ciega. Nos expondríamos al fracaso, la frustración y hasta el ridículo. Según la parábola, la "torre inacabada" no hace sino provocar las burlas de la gente hacia su constructor. No hemos de olvidar el lenguaje realista y humilde de Jesús que invita a sus discípulos a ser "fermento" en medio del pueblo o puñado de "sal" que pone sabor nuevo a la vida de las gentes.

JOSÉ ANTONIO PAGOLA (Eclesalia.net, 01/09/10.)